
¿Qué hay que tener en cuenta?
Cuanto más pura sea el agua base que utilicemos, menos “programada” estará. Así pues, podrá absorber mejor la información de los cristales que elijamos.
Son adecuadas el agua derivada de fuentes de granito, arenisca y roca volcánica. El agua embotellada también es ideal, siempre y cuando esté embotellada en cristal y su contenido total en minerales sea menor a 500 mg/l (suma de la cantidad de minerales que indica la etiqueta).
También puede utilizarse el agua de la red que ha pasado por un filtro de carbón activado o ha sido purificada por osmosis inversa.
En cuanto a los cristales, a mejor calidad, mejor calidad del agua de gemas.
Los más adecuados son los cristales y piedras preciosas en bruto. Estas siempre deben estar limpias de cualquier otro resto de mineral diferente para evitar contaminar el agua o alterar los efectos que deseamos.
Cuanta más superficie de la piedra tenga contacto con el agua, más rápido se absorbe la información y más concentrada será. Por tanto, una mayor cantidad de cristales pequeños tendrá un efecto más intenso que un cristal grande. Asimismo, los cristales con superficie rugosa tendrán un efecto más intenso que los que están pulidos.
Hay que descartar los cristales teñidos, irradiados y calentados o impregnados con resinas artificiales. Tampoco hay que utilizar cristales sintéticos o imitaciones, ni cristales gemelos o trillizos. Por último, cuando vayamos a fabricar agua de gema para ingerir, hay que tener muy en cuenta no utilizar cristales tóxicos.